Una flor en el desierto

Una flor en el desierto

Marvimont

13/10/2020

A veces la vida se parece a un desierto. No el del sol abrasador, las ondas en la arena y el oasis donde se refrescan el moro y el camello. No. Hablo de un desierto gris, de piedra desolada, rota. Una autopista sin referencias por donde avanza una multitud sin rostro. A veces la vida es eso…un dirigirse en masa a ningún lado. Sólo continuar en la senda, la vista clavada en el horizonte, la soledad clavada en el pecho. Y de pronto alguien la ve. Alguien que no buscaba ver y sin embargo la ve, allí abajo, al costado del camino, como una tímida espectadora del desfile zombi. Una flor. Fresca, delicada y blanca. Surgiendo de una herida del cemento. El contraste y la sorpresa dejan boquiabierto a nuestro caminante. Busca alrededor la presencia de otras flores pero no las hay. Piensa que alucina, dado que en su mundo de plástico las flores blancas no huelen a cielo…Se acerca más a ella y la roza con la punta de los dedos, temeroso de que se desvanezca el espejismo. Pero la flor sigue allí, más lozana, más blanca, erguida y perfumante. Y cuanto más acerca su rostro, el perseguidor de utopías oye una melodía pura y transparente que brota del cáliz, lo envuelve y atraviesa. Aturdido pero consciente del milagro, comienza a agitar sus brazos, intenta atraer la mirada de los demás, implora que vuelvan sobre sus pasos para admirar el fenómeno.. Algunos se acercan y caen de rodillas con lágrimas en los ojos…Otros permanecen como en trance con las manos tapando sus bocas, incrédulos pero afectados…Muchos siguen caminando ajenos al evento (sus oídos no están todavía preparados, su espíritu menos)…Algunos escépticos observan a prudente distancia y comparten dudas e hipótesis.. Pero nadie se percata de la sutil transformación del descubridor. Sólo él sabe, con la certeza de un rayo, que esa flor en el desierto cambiará su vida para siempre. Y se hará Uno con ella y con su esencia.

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