Por las tardes la abuela Rosa de Urrecheaga Hernández oriunda de un pueblito llamada La Quebrada
perteneciente al estado Trujillo preparaba unas redondas, ricas llamadas “arepa andina” porque es en la región de la Cordillera de Los Andes donde más se preparan, se rellenan con mantequilla y queso, acompañadas de una taza de café. Sus nietos que vivían en Caracas, sus vecinos estaban pendientes a las 6:00 de la tarde porque era fijo que hiciera las arepas a esa hora, cuando las estaban cocinando salía de la casa de la abuela un agradable olor el cual no se podía ocultar.
Su nietecita María tenía ochos años de edad cuando observaba su abuelita buscaba agua la ponía a tibiar un poco después vertía los ingredientes: harina de trigo, mantequilla, un huevo, sal luego se procede a removerlos con el agua tibiecita para luego amasar hasta que quede suavecita la masa. La abuela Rosa cortaba la masa en pedazos con un cuchillo, las extendía con un vaso de vidrio liso en la bolsa plástica donde viene la harina de trigo; pero lo que más le gustaba a la niña andina era unos agujeritos que se le hacen con el tenedor después que se extienden.
María le decía a la abuela Rosa que la dejara hacerle los agujeritos a la arepa con el tenedor, luego las colocaba en un budare para su cocción. Ya la abuela Rosa no está en este plano terrenal pero quedó su hija Mercedes de Linares Urrecheaga quien también continuó el legado de su madre.
Mercedes le agrega a los ingredientes leche y azúcar y las arepas de harina de trigo quedan como si fuera pan dulce, ella estira la masa con sus manos, las hace de vez en cuando no tan seguido como la abuela Rosa. Un día a Mercedes le dolía mucho las manos porque estaba enferma de un virus llamado Chiquinguya y enseñó a María a preparar la masa para las arepas para continuar con el legado de la abuela Rosa.
Su hija María no le gusta mucho cocinar pero igual aprendió a preparar las famosas arepas andinas, su madre Mercedes había viajado para Valera, dejó a su hija en el estado Carabobo con su compañero de vida José. Una amiga llamada Matilde Cobarrubia invitó a María a realizar unas compras en el Supermercado, le regaló un paquete de harina de trigo.
Cuando llegó a donde vivía no tenían que comer y su madre Mercedes como había enseñado a su hija a preparar las arepas andinas, María inmediatamente se puso a amasar la harina de trigo con un poquito de aceite, sal y el poquito de agua tibiecita.
La trujillana María oriunda de Valera se le vinieron los recuerdos de su abuelita Rosa y de su mamá y decía por eso uno en la vida todo lo que se aprende nunca está de más, nunca se imagino que las arepas la dejaron quedar bien con su esposo José que disfrutaba de comerse una rica arepa andina.
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