Trama: AVENTURAS.

La Piragua y el frigorífico.

Segundo Borrador

La quietud del río Níger era tal que daba la sensación de estar en una muestra de cuadros de pared pero, el movimiento de las palas por medio de tres fornidos hombres le daban un veloz movimiento a la piragua que se deslizaba cortando las diminutas olas. El calor era por momentos una especie de energía que penetraba con fuerza en los poros de los navegantes y por momento la humedad reinante llegaba a producir cambios de humor entre ellos, a pesar de eso ninguno parecía esbozar ni un solo sonido, permanecían rígidos e inalterables, hasta que de repente el fuerte rugido proveniente de la orilla más cercana los acercó a la realidad. Llegar al frigorífico no sería moco de pavo. Una pareja de leopardos los escrutaba con nerviosos movimientos desde la altura en tierra firme agitando la quietud de la tarde africana e inquietando con sus fuertes rugidos. Serían aproximadamente las dieciséis de una tarde enero. Rod con su rostro transpirado y enrojecido debido a los fuertes rayos del sol y sus manos algo doloridas a causa del movimiento de la pala quebró el silencio. — ¿Alguien creyó que esto iba a ser tan fácil? Preguntó, dirigiendo su agobiado rostro hacia sus tres compañeros de travesía, quienes lo miraban impávidos y con claras expresiones de agotamiento en sus rostros. Fue entonces que de la mano de Alexander surgió como si fuera magia la pequeña botella de ron, iluminándolos y haciéndoles a todos soltar una tímida sonrisa. La cercanía de la noche no se hacía esperar. El grupo de hombres a bordo de la frágil embarcación parecían desconocer los peligros que los acechaban. Era noche cerrada y la selva toda se estremecía ante los vivaces sonidos procedentes en su mayoría de los miles de animales que deambulaban en su raid nocturno. Fueron milésimas de segundos en que Rod miró a su alrededor y alcanzó a divisar la enorme boca del cocodrilo que se abría y se cerraba destrozando la embarcación, dividiéndola en dos maltrechos pedazos de madera que lentamente comenzaban a hundirse, mientras que los desesperados gritos de los tripulantes se confundían con los sonidos naturales de la selva.

Sin tener siquiera noción de cuánto tiempo había transcurrido Alexander se debatía desesperadamente contra la veloz correntada que lo arrastra brutalmente, mientras intentaba brasear desesperadamente hacia la orilla sentía un fuerte ardor en sus ojos y su nariz y, el agua parecía invadir por completo sus pulmones. Con su humanidad casi hecha pedazos y al borde del agotamiento logró aferrarse bruscamente de una inmensa rama que se desprendía en forma grotesca de un gran árbol que solitario se ubicaba sobre la orilla, mientras se aferraba desesperadamente y con la escasa fuerza que le quedaba logró sostenerse y como pudo fue acomodándose en el árbol que, para su buena suerte era fornido y resistente. Ante los gritos ensordecedores y desesperados de sus compañeros a quienes la oscuridad no lo dejaba ver bien, mientras, se hundían sin remedio en la profundidad del rio con agónicos gestos de terror y desesperación.

Muy dolorido y empapado Fran no tiene noción del tiempo, han transcurrido algunas horas y el amanecer comienza a caer sobre la costa africana, intenta bajar del árbol en que se encuentra, sin percatarse que a pocos metros de ahí el cuerpo inmóvil de Robo está siendo arrastrado por el mar hacia la orilla, muy aturdido y con fuertes machucones y dolores en todo su cuerpo, al borde del agotamiento trata de incorporarse. Mira a su alrededor, se encuentra totalmente extraviado, su cabeza le da mil vueltas y la total oscuridad circundante no lo ayudaba para poder orientarse bien y poder ver a alguno de sus compañeros, aunque estaba seguro de que habían muerto ahogados. De repente por un instante vino a su mente por qué estaban ahí, tan lejos de todo.

Algunos kilómetros adentro del territorio, el matadero en lo alto de paraje un tanto árido y solitario alza su silueta como si fuese un lúgubre y solitario ser en el medio de la nada, aislado de los escasos asentamientos poblacionales esparcidos en el lugar, un férreo muro construido de piedra pareciera aislarlo aún más, en su interior el panorama aunque rutinario no deja de transmitir una especie de temor e inseguridad a los tres náufragos harapientos y hambrientos que trepados desde una altura observan todo con asombro, están al borde del cansancio, no han probado ni siquiera una miserable gota de agua, casi en estado inconsciente y no tienen ni idea el tiempo que ha transcurrido desde que la piragua fue destrozada por la enorme bestia. Robo al ver el matadero parece caer en una especie de confusión, no recordaba bien o había soñado que su misión y la de sus compañeros era observar las actividades dentro de esa especie de fortaleza que se levantaba a un costado del mar. Todavía no tiene idea de cómo han llegado hasta ahí. Siente fuertes dolores de cabeza y la languidez en su estómago por momentos se vuelve insoportable, ha sobrevivido milagrosamente a morir ahogado junto a sus compañeros, pero no está seguro de salir de esta encrucijada. Todavía suenan en su mente las palabras grotescas de su jefe cuando le dio la misión de espiar las actividades dentro del matadero. No tenía muy claro a quien le pertenecía, solo sabía que en él se sacrificaban burros para luego convertirlos en embutidos y comercializarlos fuera del continente en pésimas condiciones de conservación.

Continuará…

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