Un sol de vidrio verde con burbujas.

Un sol de helado de pistacho.

Un sol de luz de acuario.

Un sol de agua estancada y lomo de sapo.

Las nubes, mitad escarcha,

Mitad rulos de cabellera morena

van asomándose sin brisa y sin pausa.

Un silencio de paz perfecta.

Un silencio palpitante

se hincha, se hincha y todo lo cubre.

Unos ojos sin tarea,

como fatigados, me miran

desde un barbijo verde

entre tarde y bosque,

entre pasillos de hospital

y camas desoladas.

Me miran, clorofílicamente, como esperando

el final, de cánulas, sondas y monitores gélidos.

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