Frío en el corazón

Ella camina con un dolor en su corazón pero con cada paso que da se disfraza de lo mejor, sus mejillas a medio tono son aventuradas por unos labios carnosos, rojos y una sonrisa – esas que te invaden de alegría – porque así es ella, como una «rosa»… cada día más hermosa.

Estoy inquieta, quisiera disfrutar la vida de otra manera, aún así estoy tranquila en apariencia 

La muerte es temida por unos, otras la añoran con ansias y los chiflados se ríen ante ella. Todos tenemos secretos y el mío es que soy una asesina de sentimientos ¡me he quemado! por ser inquieta, aún así estoy tranquila en apariencia.

Aquella noche me encontraba de espaldas, un lugar frío y oscuro, observando en silencio toque mi pulso -parezco un difunto-, aquel sonido de nuevo se avecina TOC TOC, mi cuerpo está helado, esperando al acecho… ¡shh! hay un silencio, siento como cada parte de mi cuerpo cruje al intentar moverse sin ser percatado. Ahí está ella, con su mirada fija buscando que algo se mueva para atacar de nuevo, siento como arde mi alma del desespero, me consumo por las llamas que dentro de mí ruegan por salir, se acerca aún más, me sudan las manos no encuentro un consuelo, un momento… ¡soy yo! soy yo a quien temo; ligeramente volteo mi cabeza, no logro ver nada, cierro mis ojos ya estoy cansada. Despierto en el borde de una ventana viendo como el vacío me llama, se escucha un eco muy profundo y repetitivo, cada vez más fuerte ¡lánzate, cobarde!, dos manos yacen en mi espalda, alguien susurra en mi oído, rechinando sus dientes dice TOC TOC ¿regresó? ¿de nuevo? ahora me encuentro de cabeza y ahí está ella, observando… espera – es mi madre – alguien ha venido a rescatarme; algo pasa, no lo entiendo.

Mi madre se encuentra sin voz no logro descifrar la mímica de sus labios, pero me señala con su dedo y lo hace con rabia, no me quita la mirada de encima cada vez que da un paso hacia atrás, simplemente se fue y yo con un frío en el corazón me quedé. 

Karen Devis