De repente todo era oscuro y muy extraño con un aroma desagradable, intenté ponerme de pie, pero fracasé, era imposible levantarme así que alcé mi mano y aún no la estiraba del todo cuando ya estaba chocando con algo, exploré con ayuda de mis manos y pies intentando encontrar forma a ese lugar. Por más que me esforzaba no podía ver nada, estaba desesperándome cuando escuché un chillido. -DIOS!!- era una rata peluda y húmeda, sentí como intentaba pasar por encima de mí a la fuerza, como si buscara una salida, así que decidí gatear procurando hacer el mínimo ruido posible para poder escuchar sus minúsculos pasillos, seguirle y así lograr salir de ese asqueroso lugar. En ese momento lo que menos me preguntaba era ¿Cómo podría haberme metido ahí? o ¿Qué rayos estaba haciendo ahí?, solo quería salir, o por lo menos encontrar un poco de luz porque estar en la oscuridad me aterraba bastante. Después de un buen rato el aroma a fosa había desaparecido, un aire fresco corría y quitaba mi cabello del rostro permitiéndome ver un poco mejor una mancha blanca que cada vez se acercaba más. Al fin logré salir de ese asqueroso túnel, mis jeans estaban rasgados y sucios, mi blusa lucía fatal, le faltaban algunos botones y estaba más estirada de un lado, la acomodé como pude y me sacudí un poco las rodillas, no ubicaba el lugar en donde me encontraba, todo era extraño hasta parecía que estuviera en otro país. Caminé hasta encontrar un sitio y así poder llegar casa, crucé un parque en el que había muchas flores de colores con aromas distintas entre sí, el sol estaba muy brillante y todo parecía muy tranquilo. Más adelante vi como un oficial de policía inspeccionaba un área específica del parque con dos perros uniformados, me acerqué para preguntar dónde podía encontrar un taxi, pero parecía muy ocupado, ni siquiera parecía notarme. Uno de los perros se volvió hacía mí y comenzó a ladrar, hasta pensé que me mordería y ni aun así el oficial volteó a verme. Me sacó de onda y seguí caminando, casi no había gente, uno que otro que cruzaba a prisa, «ring, ring» sonó mi celular, lo cogí y contesté sin conocer el número -diga?-, -¡contesta Alex, contesta por favor!- , ¿Quién habla?- contesté, pero parecía no escucharme y sonaba algo desesperada su voz, cortaron la llamada, intenté regresarla pero resulta que mi plan había vencido, en fin, seguí caminando hasta llegar a la avenida en donde logré parar un taxi.

Etiquetas: feminicidio suspenso

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