Regresé a casa con más copas que las debidas. Recordaba haberme despedido de mi esposa con un luego vengo. Por la noche llegó mi suegra, viuda que se la pasa viajando en competencias deportivas. Mi mujer le dio la habitación nuestra.
En la madrugada que llegue no prendí la luz y en la oscuridad total le cumplí con fogosidad.
Salí al baño e instantes después llegó mi esposa. Me quedé con la palabra en la boca, cuando dijo, “llegó mi mama y está durmiendo en nuestra recámara…, regresa al cuarto y saca tu ropa. Veo que ya traes el piyama puesta. Se me bajó toda la borrachera.
En la mañana me despertaron los gritos de mi esposa diciendo que su madre no se despertaba, que llamaría un médico. Estuvo ocho días hospitalizada con diagnóstico de estado de coma. Una mañana se despertó buscando los tenis ya que tenía competencia. La suegra no recordaba nada y yo me sentía aliviado por su desmemoria. Días después cuando tomaba el avión me dijo en un momento en que mi esposa nos dejó solos “ aún tengo la huella de tu boca en el interior de mi muslo. Eres un tigre…

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