Las manos acariciaban la brisa otoñal, se sentían en libertad. Los ojos contemplaban el cielo llenos de esperanza, había volado lejos la fatalidad. Ese día la noche invitaba a descansar, pero el demonio de la enfermedad esperaba a que mis ojos se cerraran para atacar, morder de la fe y devorar la templanza de la...
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