Preocupación. Es el primer efecto colateral que se produce en mi cuerpo cuando leo aquel mensaje citándome en la oficina de asuntos celestiales. No puedo evitar ser víctima de un desasosiego cerval que me consume hasta la más recóndita célula de mi cuerpo. Aunque es algo que ya esperaba, pues ningún ángel se escapa impune...
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