La madrugada del viernes me enteré de la noticia. Había fallecido el Tío Carlos, papá de mi hermano de vida, Carlos o el Bala, como todos le decimos. No digo “amigo” porque eso se queda corto. Al Bala lo conozco desde que éramos niños con rodillas raspadas y las manos sucias. Jugábamos juntos, “estudiábamos” juntos,...
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