Al comienzo, recién llegada, ahogaba la pena en vino. Rosalba, la nana que alcanzó a acompañarme dos años en esa casa, era mi interlocutora hasta las once de la noche. —señora Alma—me decía después—me voy a descansar—mañana la «chechi» se despierta temprano y a usted le gusta su café en la...
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