Que mi alma cansada desea con fervor ser parte de tus ramas. Que tu inmensidad corpórea abrace mi pequeñez de carne, porque yo soy inmensamente invisible ante tu imponencia ¡oh señor del bosque, emperador del verdor! ¡Oh señor del bosque! Tú que me has bebido mis lágrimas, has escuchado el eco de mi risa y...
Cada cosa al rededor nuestra historia guarda en su interior. Cada carta y cada palabra que no nos animamos a decir, se guarda en nuestro árbol interior, una hoja por cada lágrima derramada, cada flor por sonrisa y una brisa que nos trae paz.