Estar poseído por ambas paradojas me ha convertido en ese muerto viviente, que por la mañana siente un morir aparente y que por la tarde estando muerto solo quiere ser un vivo intransigente.
Línea que se dibuja eterna e infinita, tan atrayente como inalcanzable. Lugar de sueños y anhelos que es caricia y unión, lejanía próxima cuyo abrazo es constante y atemporal.
La vida continúa y aquí estoy, con un grado de incertidumbre bastante alto, no sé a dónde voy a llegar, solo sé que el mundo gira y nos llena de sorpresas.