…De flor en flor…

Parece que soy afortunado. En el bolsillo de un abrigo que no es mio y que esta un poco roto hay un retazo de papel que es un tesoro. Desgastado y arrugado parece escrito con tinta barata y apenas puede leerse un llamativo enunciado “de flor en flor” basura para muchos los aquí presentes, pero sin duda no lo es. Para mis ojos una bonita y deseada historia, la que allí nace perfecta para dos amantes que tal vez no deben serlo. Y Shhh… Describo todo y me arden las manos. Mi mente explota y sueño ser el dueño de este saco, entonces una silueta desconocida se hace la tuya. Y la historia que acompaña el papel ajeno se vuelve mía y mi vida en este momento es contigo. Comienza entonces una orquesta plena a tu nombre y ¡si! Mis letras rebozan tu ser. ¡Oh! Niña has vuelto mi pequeña ave de alas rotas. Vienes a mi tronco en busca de refugio en busca de calor jadeante. En busca de alimento y de un par de manos para desvelar tu sueño. Musitan que vas de flor en flor probando cada pétalo, deleitando ese tu paladar con néctares de divinidad. Como olvidar que existe un nido en cada toque de tu cuerpo, de tus delicadas garras y agraciado vuelo seguramente un dolor inmarcesible tu partida inesperada de los brazos de un primerizo soñador ¡pobre! (hahaha) pues solo se quedo. Plumas suaves como el algodón quedan de recuerdo, un melodioso canto como un sutil poema de amor siendo único y dueño de su lector. Tu suave reposar al llegar de cada vuelo, de cada viaje, de cada nido que dejaste. Ese aroma a primavera que viajaba contigo en tu vestido se impregnaba en mi como una delicada brisa de otoño que desnudaba tu cuerpo y hacia de tu plumaje un paraíso en medio del inerte suelo, lleno de retazos de viejos versos que no pueden insinuarse en tu nombre. Manos temblorosas que desesperadamente trazan una estrofa que lleva la esencia de tu fervor. Juega mi mente e imagina situaciones en donde mis sueños eran contigo y mi cuerpo palidecía. Se quebraba sin razón ¡Oh! ave de dulce fulgor no desvanezcas aún por favor. Aunque cada parada de tu pasado haya dejado tus alas cansadas y destrozadas. No has moraste en mi ser, no devoraste mi alma como lo hace esta tormentosa noche de invierno a los apagados rayos de sol que gritan desde su resguardo la llegada del muy odiado verano. Calor, sudor, tentación y sumisión esa es mi canción. Propia para cantarla extendiendo delicadamente tus alas susurrando con cálido aliento que, seré tu abrigo en tan tempestuoso momento. Nubes añejadas con dos copas de vino blanco, se escurren insaciablemente por tu cuerpo a espera de una suave caricia, de un salvaje momento ¿Es mi turno de domarte? ¿O seré tu presa nuevamente? Házmelo saber, estoy impaciente. Si jugamos y lo perdemos todo. No importa, allí estaremos los dos para cobijarnos de la tempestad bajo un techo de cartón y paredes de greda. Frío, el frío no se siente. Mi abrigo serán tus besos y mis besos tus deseos. Gritas sin dudar ¡No soportara! En mi mente refuto ¿Esa es tu preocupación? Y con sigilo te digo: «Aunque se desmorone el fuego no podrá apagarse son muchas la ganas que ambos tenemos» Es el carbón suficiente para volver a encenderlo, si llegase a extinguirse. ¡Lo sabes! Ven, oye mi corazón acércate a mi pecho ¡Pero! Shhh escucha (bum bum) Y has un poco de silencio. Las horas fueron minutos y el cansancio de ambos se hace presente agitados, desenfrenados, agotados por rasgar el cielo en mi habitación. Amándonos como a nadie hemos amado. Siendo prohibidos, que desperdicio. Entonces si esto no es amor ¿Qué será? Después de pensarlo y no obtener respuestas, logro descansar dejando un mar que desaparece en donde tu cuerpo reposa plácidamente. Has muerto en mis brazos y un beso en tus húmedos labios despierta nuevamente tu ser. Sonríes me miras y tus ojos se cierran lentamente. Y asi amor mio, quedas a mi merced.  Solo me alejo y aprovecho para tomar un poco de café, es medianoche, hora perfecta para aferrarme lo que queda de noche a tu piel. Un dia mas. Y ya no estas, estoy abrazando la almohada. Tu aroma en ella ha quedado y algo mas que tu sudor. Huelo, suspiro y se que ya te has ido. Vacío y sin sentido, un vago en un balcón de oro. Un whisky añejado es mi sostén y gracias a él te imagino aquí de nuevo conmigo a flor de piel terminando lo que hace algunas horas comenzamos. ¿Qué puedo hacer sin ti? Moriré. ¡Si! eso haré. Pensándolo mejor, quiero vivir por si mañana decides volver. No tardes, soy joven pero no eterno.  Y la eternidad lleva la inicial de tu nombre, mi juventud la guarda tus besos. ¡Vuelve! No quiero ser nido, solo anhelo poder volar a tu ritmo. En tu sendero, tu camino secreto. A tus pies ronronear y ser tu dulce almohada al despertar. Quiero estar contigo, solo contigo ¿Me escuchas? ¿Sigues ahí? Respóndeme por favor, tu silencio me destruye de a poco, respira para que la calidez de tu aliento erice mi piel y de vida a lo que está muerto. ¡Y ya lo estoy amada mia! Mariposa empedernida has volado tanto que, no fui el sustento para que dejarás atrás tu vuelo, soy nada. Y entiendo que siempre he sido el ave de alas rotas y de corazón sumiso. ¡Guao! Me sorprendo, una envejecida frase de un bolsillo roto y que no es propio, ha hecho dar vida a una linda historia, a mi historia pasada ese amor que una vez pudo pertenecerme, y sin duda la frase ha hecho estragos en mi ser o simplemente no he olvidado el vuelo que esa mariposa dejó al posarse en esta delicada flor que al parecer, entiendo que siempre fui yo. El pétalo, la flor, la avecilla sin rumbo, un viaje pequeño ante tan inmenso cielo, solo tomo asiento y admiro como nos desvanecemos por una mariposa que en su vuelo lleva nuestro corazón entero.