El veintidós ya es historia. Lo he sabido hoy. Ni tan siquiera sé si lo recuerdas. Tugurio oculto entre portales, taberna de recalcitrantes noctámbulos que recibe el nombre del número que ocupa en la calle. Antro oscuro donde las almas sin refugio embriagaban sus miserias entre el nudo de nuestras manos. Se derrumbó, cómo no, de noche, al caer la casa que lo soportaba. Último lugar en el que nos bebíamos, preámbulo de nuestra luna privada. La noticia me ha devuelto un retazo de juventud. He viajado al pasado para, durante un largo segundo, volver a encontrarte.

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