Su barba y su melena expuestas al viento, desde su terraza en la planta 29 donde vive, susurra:
–Te quiero.
Las calles vacías no responden.
Veinticuatro días de aislamiento han hecho crecer su pelo; así está más guapo.
Mañana y noche habla con ella por la aplicación. La imagen plana no les colma: el olor de su piel…¡cuánto lo extraña! Ella atraviesa la pantalla con sus ojos negros. Él acaricia la imagen, sobre sus labios…ella ríe, divertida.
Mañana y noche, tras apagar su portátil, sale a su terraza y le habla: sabe que las ondas de su voz la acariciarán.
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