Su barba y su melena expuestas al viento sobre una moto de policía anunciaban su llegada. Entiéndase, la barba del “cachas” y la melena rubia de la inspectora que seducía a ellos y a ellas, marcando el ritmo de los acontecimientos del caso semanal a golpe de caderas que se bamboleaban con los altos tacones que usaba para correr tras los delincuentes más malvados y torpes que imagináramos. Una pareja dispareja: guapo, encantador y locuaz, uno. Ella, guapa, por supuesto, con su mirada potenciaba los silencios haciendo deducir al espectador que resolvería el caso, claro, antes que terminara el capítulo.
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