Su barba y su melena expuestas al viento significaban que éramos libres.
Esta vez derrotamos a nuestro peor enemigo con ayuda de la tecnología y recuperando de la antigua hemeroteca aquel coraje que nos hizo hermanarnos para la eternidad.
El viaje de una cápsula controlada del tamaño de un microorganismo y monitorizada al interior de nuestro torrente sanguíneo, aniquiló a aquellas fuerzas invasoras y supuestamente infalibles.
El monumento conmemorativo a los fallecidos y a todos los que ayudaron en la lucha contra el COVID-19 fue lo que nos inspiró a ganar unidos otras grandes batallas.
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