Su barba y su melena expuestas al viento hicieron perder los trazos de mi pincel. Por más que lo observaba no lograba concentrar mi atención para definir su enmarañada barba y mucho menos su indómita melena. Cansada ya de no conseguir plasmar algo arreglado del desarreglo que veían mis ojos, concluí mi obra haciendo un garabato de claros y oscuros colores entrelazados. Sin ninguna esperanza, llevé el lienzo a la exposición. Grande fue mi sorpresa cuando eligieron mi pintura como “la mejor obra abstracta”. Feliz me fui con el premio y descubrí que se puede escribir sin palabras…
Roxana
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