Su barba y su melena expuestas al viento, con la motocicleta a 200, le hacían sentir vivo. Era como estar en un musical, toda esa adrenalina y nerviosismo mientras admiraba la que sería su ciudad. «Ni en los mejores libros te hacen justicia, Nueva York», murmuró para adentro. Dicen que las pupilas se dilatan cuando ves algo que amas y las suyas estaban…
– Miguel, apaga ese chisme y ayúdame a bañar a tu abuelo. Ah, y no te olvides de pedir el adelanto, que este mes vamos justos.-
Se apagó la consola y el brillo en sus ojos.
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