Con sus gestos y sus burlas, con sus lágrimas y razones, expandió un poco más todo lo que debería saber.

Impaciencia entre las piernas, pero por frío, no por apetito carnal.

Paciencia, sonrisa y lenguaje sin necesidad de reventar ningún hígado, razones sin jaqueca y el lado contrario como algo interesante.

En este mismo instante no sé hasta donde, pero si de qué manera, y precisamente ahora que se me vá olvidando el rencor, te lo agradezco.

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