Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón si la suerte no hubiese cambiado su destino.
Una vida planificando el viaje de sus sueños a La Habana.
Una vida de trabajo duro para ahorrar lo suficiente.
Mientras en la habitación sonaba Guantanamera, las fuerzas militares recorrían las calles de Madrid.
De todas las posibles situaciones que podrían haber arruinado sus vacaciones, ¿quién habría imaginado una invasión alienígena?
Y siguió soñando con su viaje soñado el soñador.
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