Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón, en el momento justo que explotara la bomba colocada estratégicamente debajo de la cama que servía de cómplice silencioso de los traicioneros encuentros llenos de mentira y pasión. Su amada esposa lo engañaba descaradamente con su mejor amigo. Todo estaba perfectamente planeado. Nervioso, cubierto de una aparente calma, esperaba el llamado de la policía anunciándole la tragedia. Esa tarde, el amante no concurrió a la cita. Su esposa llegó exhausta del viaje, decidió dormir la siesta con su hijo. Los bomberos encontraron a cien metros el muñequito de peluche.
Roxana
OPINIONES Y COMENTARIOS