El veintidós ya es historia, ahora a por la página veintitrés. Ella tenía la mirada perdida mientras viajábamos en mi máquina del tiempo a otras épocas doradas.
Cojo su mano con fuerza, como ella solía hacer antaño, para buscar su atención.
Su mente es una verdadera maestra jugando al escondite, pero yo sé que mi abuela sigue encabezonada, intentando dar con ella.
Nunca sabré como agradecerte todo lo bueno que pasamos en este viaje, pero que sepas que siempre te tendré las maletas listas, para cuando quieras que volvamos a montar en el DeLorean.
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