El veintidós ya es historia, como el cuarenta y cuatro, y también como el sesenta y seis. Hoy cumplo ochenta y ocho y estoy preparada para mi último viaje. Ya he recorrido el mundo entero; estoy muy cansada. Mi casa es un auténtico bazar de souvenirs, pero mi colección de recuerdos quedará incompleta. Es una pena que no pueda regresar para contaros cómo me ha ido. Si, en contra de mi voluntad, no consigo partir, no me llaméis fantasma. Recordadme por mi nombre.
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