Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón cuando todo estallara. Montó un galimatías de proprociones bíblicas. Quizá la progresión fue más rápida de lo imaginado. Un solo acto. Duró dos minutos. Añadido el tiempo del asco y el rechazo, media hora. Sumando la caza, un día completo. La recompensa: El mar y el daiquiri mientras el mundo había sucumbido a estornudos y mocos de densidad variable.
Inmune en su tumbona miraba el horizonte y los murciélagos guardados por si la primera ingesta fallaba. Si no es ahí, ¿dónde esta el cabrón que se comió el murciélago?
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