El veintidós ya es historia porque este primero de Mayo del 2001, cuando hablamos por teléfono habían transcurridos 33 años. Dije que iría Ginebra en mis vacaciones, y accedió felizmente a encontrarnos.
Voces equidistantes, como extraños, ambos nerviosos.
Todo un señor, otro idioma, una familia y vivencias. Nos hirió el recuerdo. En la isla éramos adolescentes enredados en un amor que parecía poder con las barreras de una revolución apocalíptica.
-¿Un autre café ?
– Non…merci
Al regresar al hotel, una nota escrita en tinta y su letra: “No tuve valor de verte, para marcharte otra vez”
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