El veintidós ya es historia. Aquel día rendimos Constantinopla luego de casi dos meses de asedio. El traslado de las tropas y el sitio resultaron agotadores, perdimos muchos hombres en batalla contra los romanos.

¡Añoraba tu presencia! De las veintidós doncellas de que disponía, eras la única que siempre cautivó mi corazón, la única que despertaba éste horrible sentimiento llamado amor, la única que había descubierto ésta debilidad que hacía del Sultán un pelele. ¡No podía permitirlo! La imagen a proyectar debía ser siempre fuerte.

Sacrifique nuestro amor y lleno de gloria y soberbia ordené tu muerte, ¡sin ninguna razón!

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