El veintidós ya es historia, dijo la enfermera. No me cree cuando le hablo de Marlene, la mujer con la que me casé hace veintidós años. Nos fuimos de viaje a Lanzarote, a un hotel a veintidós metros a pie de playa. Se le da mucha importancia a las letras pero si los números hablaran. No es casual que yo tenga veintidós verrugas en la piel. Cuando murió me volví loco y me encerraron aquí pero no lo estoy. Nadie sabe que viajo con ella cada noche y que juntos contamos las estrellas. Siempre nos salen las cuentas.
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