«El veintidós ya es historia. Te llamaremos si encontramos un término con el que nombrarte».
Al otro lado una triste expresión sin sustantivo.
– !Siguiente!» – se apartó de la fila.
A la salida, decenas de expresiones jubilosas con su recién estrenada palabra. Un término para toda la vida.
– ¿Tan diferente soy que ni siquiera sirvo como palabra?- masculló para sus adentros.
– Hay emociones que ni un millón de palabras podrían definir- escuchó a lo lejos.
Y así fue como aquel nudo en el estómago, aquella piel erizada, ese…, de este modo comenzó la revolución de las palabras.
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