Su barba y su melena expuestas al viento, leña en su hombro y su casa de teja.

Azucena vio aquel hombre con rasgos indígenas y una radiante sonrisa, se conocieron mediante muchas tazas de café, fué imposible no enamorarse.

Azucena tenia que volver a su pais y era su última noche en Guatemala,

– casate conmigo – dijo pedro
Azucena asustada corrió hasta perderlo de vista
Pedro la busco por muchos años.

Algunos dicen haberla visto, más nadie sabe que Azucena nunca existió.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS