A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, me dije al salir del baño. Recogí la cartera y salí del hotel, Venecia sería mi primer destino. Caminé algunos metros y agarré el autobús. Mientras se consumían las casi cinco horas de viaje pensaba en ti, me imaginaba tu rostro en el lavamanos del baño y revivía todos los años juntos. Pensé en Paula Spencer, yo también me estrellaba contra las puertas, pero ya debía desempolvar mis uñas atrofiadas y levantarme, quitar las puertas. Abrí la cartera, la ventana y lance la botella; sí, era mi momento de vivir.
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