– A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, pero parece que ya no estoy para trotes… Me hubiese gustado viajar al sur y mojarme los pies en el mar Mediterráneo, contemplar los gigantes que solo aquel viejo loco pudo ver en la Mancha, aplaudir un drama en el espectacular teatro de Mérida y encontrar la dichosa rana de la universidad de Salamanca. Tuve que abandonar mis sueños, pero tú eres libre de viajar a tu antojo, querida, aprovéchalo.
– Abuela, siento que tengas que volver al asilo. Intentaré traerte un imán en mi próximo viaje.
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