A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir. Al menos las suficientes para encontrar las razones por las que en sus innumerables viajes no ha conseguido cambiar su rictus de seriedad y sigue apareciendo en las fotos como si estuviera amenazada por un ejército armado hasta los dientes. Cada vez que se mira en una foto se jura que para el próximo destino se obsequiará a sí misma con una de esas sonrisas que despiertan ternura y envidia a la par.
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