A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir me dijiste mientras acariciabas su lomo negro. Un escalofrío se espejaba en mi espalda al ritmo de tu mano.

Un instante eterno tu mirada fija en la mía. De verdad, ya no me amas?

Paralizado allí no comprendía qué decías.

Las valijas quietas al lado de la puerta y los billetes de ida quemando mi bolsillo. El tiempo avanzando tic tac.

Un presagio. Debiera atravesarte para partir. Debiera.

Un avión partirá con una butaca vacía y yo atornillado al piso anclado en tus ojos y en esta vida.

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