«A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir», recuerdo que pensé cuando te dejé plantado en aquella terraza del bar de Benasque. Pero me viniste con un «mucho tomate para un par de huevos» cuando intentamos subir el Aneto. Una cosa es la precaución, y otra la falta de espíritu y las ganas de comerse el mundo.
Creo que me va a pasar lo mismo con el que me espera desayunando en la cafetería para subir el Mulhacén. Sí, eso me temo.
Se sube la cremallera y sale del maloliente urinario.
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