A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, pensé, tranquilizándome, había sido mi compañera de viaje durante muchos años.
Estar en la sala de espera del veterinario mientras acariciaba su peluda cabeza, me confrontaba con mi vida nómada y bohemia, esa tierna gatita me había acompañado desde que decidí abandonar mi hogar y lanzarme a la aventura.
Una maleta para mis indispensables pertenencias y una felina, solitaria y valiente como quería pensar que era yo, que por las mañanas se lanzaba a la aventura pero que en la noche se acurrucaba y me hacía sentir como en casa
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