A esa gatita aún le quedan muchas vidas por vivir. Pensé, mientras pretendía atender. – Nada fácil cuando la tienes enredada en tus pies.
Escucho.
Comento.
Y todos en la mesa con algo absurdo e incoherente que decir.
Sigue tranquilita. Y pienso cuando llegó a casa un veinticinco de diciembre.
La dejaron casi muerta en el jardín. Blanca como la nieve. Se hizo fuerte y vive agradecida.
La miro de reojo. Que aburrida es esta reunión, me dice sin decir. Sonrió y los humanos me interpretan.
Tan pronto se vayan sigue contándome de Praga. Me dijo sin decir.
OPINIONES Y COMENTARIOS