Te regalé una bonita sonrisa de Joker, pero no hubieses podido apreciarla. Llevaba días tocando en esa calle, viéndote pasar con tu fiel amigo. Parabas a escucharme antes de perderte en la ciudad.
Hoy me atreví a saludarte, amparado en este embozo y embriagado por el Carnaval.
– Soy el músico callejero, te paras a escucharme cada mañana. Cuando te veo se me ilumina el día. Dije desvelando mi embeleso.
– Me encanta escucharte músico desconocido -dijiste. Toma –me diste un billete- por las mañanas no sé dártelo.
Y te alejaste, sustituyendo tu bastón por el brazo de un chico.
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