Te regalé una bonita sonrisa de Joker y, no fue porque descubrí en tu móvil tres llamadas recientes al 016, aunque no esperaste respuesta; ni por bajo mi punto de vista, la paupérrima cena que me preparaste anoche; tampoco por tu afán en agradarme vistiendo aquellas ajustadas camisetas que realzaban tus pechos; y menos aun por ese viaje romántico que habías preparado, a pesar de saber mi postura política, a Venezuela. Lástima que tus ojos no puedan ver más esa sonrisa, mientras desde la ventana observo en la calle, el contenedor iluminado por la farola.

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