Te regalé una bonita sonrisa de Joker al darme cuenta que no sabías quien era, no recordabas mi nombre y mucho menos que lazo nos unía. Quise disimular tu falta de memoria para que no entristecieras. Seguí el hilo de tu conversación sin sentido. Me pediste que te acompañara en el viaje de mañana. Quedamos en ir a buscar el camión del reparto de aceite para completar el recorrido de los clientes que faltaba visitar. – ¡Maldito Alzheimer! ¿Por qué tenías que atacar así a mi abuelo?- pensé sostenièndome las làgrimas.
Roxana
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