Te regalé una bonita sonrisa de Joker pero la realidad es que por dentro no existía gracia alguna, sino todo lo contrario.
Al cabo de un rato, cuando te deje en tu casa y yo me dirigí hacia la mía, empezamos a odiarnos y la ruta de este viaje se lleno de baches tristes en el que ni tú, ni yo, podremos esquivar a partir de esta tarde.
Tú volverás al mar y yo lo visitaré años mas tarde, cuando las heridas estén cerradas y otras manos me acompañen, en otro viaje eterno.
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