El veintidós ya es historia y por fin me libero de aquellos objetos extraños que nunca pedí que me regalaras. Te los envío por mensajería urgente sin posibilidad de retorno, envueltos en celofán e indiferencia. Apenas me quedo con la brújula de tu bisabuelo de la que tanto alardeabas, no sólo por hacerte la puñeta, también me vendrá de lujo en mi próxima aventura africana que me financiarás cuando firmemos los papeles del divorcio. Obsequio de la casa por todo el maquillaje invertido en disimular morados, cardenales y ultrajes.
Ah! y no escatimes en gastos… mi terapeuta se viene conmigo.
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