Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, de la entrada principal de la parroquia de Santiago Apóstol.

¡ Vaya cogorza lleva el paisano !.

La furgoneta irrumpió en la iglesia destrozando varios bancos, la pila bautismal y el cepillo de los feligreses, deteniéndose ante el altar sin llegar al retablo del siglo XVI.

Su conductor aseguró al párroco y a los agentes de la Guardia Civil que se desplazaron hasta el templo que estaba «endemoniado» y que, por ello, se había dirigido al altar, único lugar en el que estaría «a salvo».

Milagrosamente, el vehiculo no sufrió daños.

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