Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que aún me quedaba una vida. Decidí darle uso y retrocedí un par de horas, caminé para así no tentarla. Algunos la llaman Cruel, otros, Dama de la guadaña, mi favorito es María.

Paseando, un grito desgarrador me dirigió a una puerta. En el interior, un hombre estaba camino de exhalar su último aliento. Ella sonreía.

Me interpuse entre ambos.

“Dirán que fui una heroína” pensé antes de que me atravesara la bala.

“Quizás tan solo egoísta, en vez de que la muerte me quitara la vida, preferí dársela yo misma”.

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