Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, que lo atravesaría como Harry Potter hacía en el andén de la estación. El viaje que había emprendido en solitario hacia un lugar idílico, en La Muela de San Juan, tenía como fin reflexionar y darme un baño de realidad con mi enfermedad letal; mientras atravesaba Villar del Cobo escuchaba en la radio un debate sobre la eutanasia y entonces me dio el bajón, vi la pared de la casa del médico y decidí acabar con todo de una vez. En el último instante me arrepentí.

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