Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro: ¿como hemos llegado aquí?. Solo por amor, el mío esférico, de ida y vuelta, el tuyo terraplanista, con un final geográfico y temporal, al igual que tu concepción del mundo. Tomamos las ruedas de la discordia, las que tú dirigías al mar y yo a las praderas, en nuestros asuetos. Giramos a Europa, cruzamos tantos matrimonios como divorcios, adoptamos el transiberiano y nos aseamos con la escolta de Bering y Chukotka.
-¡Frenar! -gritó el fin del mundo. Al tiempo, pudimos leer: puente en construcción.
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