Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro qué era lo que le podría haber llevado a hacer algo así. ¡Qué inconsciencia! Se me escapaban los motivos de su absurdo comportamiento.
Era un sacrilegio destrozar así el último modelo de Ferrari, la carrocería iba a terminar como un acordeón y el deportivo ya no tendría remedio.
¡Qué poco había durado aquella joya en sus manos irresponsables! No tenía perdón
Si al menos se hubiera suicidado con un Seat….
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