Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro y me preguntaba si aquella pared era el principio de mis miedos o el final de mis ilusiones.
Acaso aquel muro era mi propio yo o el coche era la realidad que me rodeaba dispuesta a romper lo que tanto necesitaba o a estrellarse contra las dudas que atormentan la mirada de un sentimiento.
Nunca sabré el final porque la razón supo frenar a tiempo y no tuve que lanzarme en marcha porque el corazón siempre recuerda como olvidar.
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