Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro.
¡Dios porque ahora!…
Cumplimos el pacto, dos años sin vernos, sin hablarnos.
Los nervios, miedos e impaciencia, haría que esté fuese el final.
El sonido del móvil hizo que perdiese el control del coche.
Mis pupilas dilatadas veían el muro, lagrimas de dolor me nublaban la visión.
En ese momento como en un sueño, vi su cara, su sonrisa, y volví a escuchar su voz susurrar, te esperaré por una eternidad.
Mi Amor estaba ahí, justo a una calle.
Aferrada al volante supe que no volvería a sentir su piel, su calor, ni su olor.
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